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Por: Pablo Espinoza Bardi.
Basado en el cuento corto de H.P Lovecraft; “El Extraño” (The Outsider, 1921), Stuart Gordon (1947) nos deleita con esta versión extrema y alucinante, en donde una familia debe sobrevivir al acecho de un horrible monstruo que escapa de las mazmorras del castillo. Nuestro querido Jeffrey Combs (El fetiche de Gordon) interpreta a John Reilly, un americano que hereda un castillo en Italia debido a la muerte de su padre, por lo cual llega junto a su familia para instalarse en este y hacer los preparativos para su venta.
Una historia de dolor envuelva a esta familia. Su esposa Susan (Barbara Crampton) no puede perdonarle lo sucedido, pues hace nueve meses el matrimonio quedó desecho debido a un accidente automovilístico en donde John viajaba con sus hijos y por un descuido, y bajo los efectos del alcohol, su hijo de 5 años J.J pierda la vida, y su Hija Rebecca (Jessica Dollarhide) la visión.
La criatura desatada:
John no puede dormir debido a las recurrentes pesadillas relacionadas con el accidente, y en sus delirios cree escuchar el llanto de un niño… de su hijo, de J.J… pero no, es la criatura que da grotescos alaridos de placer, pues ¿Puede haber algo peor qué un monstruo sado-masoquista? Stuart Gordon lo sabe y explota ese recurso al máximo y con gran maestría. Aquel terror primigenio... aquel terror que nos acompaña desde la infancia y que es transmitido por generaciones; el monstruo en el ropero; el monstruo bajo la cama.
¿Realmente estoy viendo una película clase B?
Una de las escenas que con sólo mirarla te llega a doler por su realismo y crudeza, es cuando Giorgio escapa de sus cadenas. Muerde la parte carnosa de donde nace el pulgar sacándose un buen trozo. Se quiebra el hueso hacia atrás y se saca a la fuerza el grillete impuesto hace años... arrancando de raíz el pulgar. Un gruñido de satisfacción se pierde en los ecos de la mazmorra... La criatura se libera…, el horror se avecina.
La primera víctima:
John Reilly no soporta la presión y la culpa que es refregada en su cara por su esposa todos los días. La vía de escape es el alcohol. Después de tomarse varias copas en un bar se le acerca Sylvana, una prostituta interpretada por la bella Raffaella Offidani (búsquenla en google-imágenes y verán un prontuario de películas eróticas bastante sugerente, no se arrepentirán je!). Luego de dialogar y concretar “el encuentro” se van al castillo, a la parte baja... donde se guardan los vinos de la familia D'Orsino. Pero Giorgio se mueve por las sombras del lugar. A Goirgio se le han privado de muchas cosas... todo es nuevo para él. La satisfacción del látigo de nueve colas de su madre que laceraba la piel desde pequeño ya le es muy lejana.
Al rato la prostituta termina su trabajo, John dura menos que “estornudo de gato”, pero para el monstruo es suficiente…, el también quiere algo de “eso”.
Sylvana se pierde en el castillo, la criatura la sigue, la atrapa y la lleva a su calabozo.
Una vez encadenada, Giorgio empieza con su distorsionado juego amoroso. Al igual que John bebe bastante vino... le ofrece un poco a su víctima. Ella le sigue el juego, haría cualquier cosa por escapar. Una malformada boca y dentadura besa a la chica. Pero no hay lengua, la repugnancia se hace notar. Ella trata de tomar la entrepierna de la criatura para estimularlo y distraerlo... ¡pero no hay nada! La madre de Giorgio se preocupó de cada detalle.
Una botella arremete contra la criatura castrada, cortándole el brazo. Giorgio se enfurece y de cierta forma eso lo excita, empujando a la chica con muchos gruñidos hacia la muralla para morderle uno de sus senos y desgarrando una buena porción de el. El resultado es mucha sangre y gritos.
Sylvana a la carte: de todas formas terminó “comiéndosela” el monstruito.
Il gran finale:
"Larga vida a Stuart Gordon, uno de los grandes".
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